Llegó a las fuerzas básicas del Pachuca y en cuanto lo vieron lo primero que hicieron fue ponerle el apodo que lo ha hecho famoso: Chucky. Después se dieron cuenta que se llama Hirving Lozano.
En la cancha, su velocidad y agilidad eran endemoniadas; fuera de ella, mostraba que su humor no era el mejor en cuestiones de disciplina, en cuestiones de escuela: “No es que fuera malo, era rebelde”, decían sus profesores. Y quizá esa rebeldía lo hizo ser lo que es hoy; la auténtica esperanza del futbol mexicano en Qatar 2022.
Lea también Javier Aguirre: “Tengo Fe En Que México Esté Entre Los Ocho Mejores”
El Universal indicó que desde que pisó la cancha como profesional, Lozano mostró que era un jugador con alma, con futbol y con gol. Sólo estuvo cinco minutos en la cancha, en el juego entre el Pachuca y el América. Había vuelto loca a la defensa azulcrema, y ya les hizo un gol.
En 2019 fue fichado por el Nápoli de Italia, donde ha vivido sus altas y sus bajas, igual que con la Selección Mexicana, donde ha sido objeto de entradas verdaderamente agresivas de parte de los defensa rivales. Pero ahí sigue el Chucky.
